
Perú: La decadencia sin límites
Por: Dante Córdova Blanco
05/08/2024
administrador
Cultura y negociación
Las fiestas patrias hicieron que amaneciera pensando en mi Perú querido. Ese Perú con riquezas naturales y cultura ancestral, ese Perú a quien le canto valses y marineras, pero el primer pestañeo me recordó que vivimos en un país decadente en el que la inteligencia ha sido derrotada por una clase política (derecha e izquierda), inepta y corrupta que legisla y gobierna buscando su impunidad y que actúa en función a sus intereses particulares, respaldado por las FFAA y por un empresariado que sigue actuando exclusivamente en función a sus propios intereses y ajenos al interés nacional y trabajando de la mano con el Congreso mafioso para obtener beneficios tributarios, anulación de multas para empresas pesqueras, o leyes como el de la deforestación N°31973 promovida por la Confiep, para favorecer a grandes empresas como la empresa Ocho Ríos, implicado en actividades de cultivo de palma destruyendo bosques primarios, y el Grupo Palmas que agrupa a 8 empresas de palma aceitera vinculadas al Grupo Romero con el agravante que se deja de lado las concesiones y se reemplaza por las titulaciones. Todo ello, en perjuicio de las comunidades indígenas.
Si revisamos nuestra historia republicana, concluimos que nuestro país vive una corrupción estructural que no solo corroe los cimientos de la sociedad, sino que desvirtúa integralmente el Estado, el mercado y propia sociedad.
La consecuencia de la derrota de la inteligencia es que tenemos un ejecutivo y un Congreso que nos gobierna a través de una derecha (apoyada por los que se dicen de izquierda) que se jacta de su hegemonía ideológica, no reconociendo que gobiernan sin ninguna legitimidad, habida cuenta del 4% de aprobación de Boluarte y 5% del Congreso y que viven falsificando sus méritos y apropiándose indebidamente del patrimonio colectivo.
Complementando lo anterior, estamos ante un gobierno antidemocrático, represivo, autoritario, incompetente y corrupto que ignora, que el Estado siempre debe buscar el bien común, que en rigor, es el bien de todos. Ese fin del Estado de perseguir el bien común se ha perdido con las transgresiones a nuestra constitución, con las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso, sin la aprobación de la ciudadanía que impactan en la educación, transporte, justicia y en el daño a las comunidades de nuestra selva amazónica.
Las acciones violentas y represivas del gobierno de Boluarte, en diciembre 2023 y enero 2024 en el que la PNP y el ejército asesinaron a 49 ciudadanos campesinos y pobres en general, por el solo hecho de protestar y reclamar democracia e igualdad de derechos, no solo constituye un delito que no debe quedar impune, sino que es una abierta violación del art. 1° de la Constitución que establece ”la defensa de la persona y el respeto a su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”.
En esta línea de pensamiento, los actos de corrupción muestran el nulo nivel ético de la presidenta Boluarte, ministros y congresistas, cuyas acciones siempre apuntan a capturar las instituciones que no solo la están debilitando, sino que la están vaciando de un comportamiento ético y transparente. Asimismo, gobiernan para favorecer a organizaciones criminales como por ejemplo la minería ilegal. Por tanto, no es casualidad que los congresistas liderados por Fuerza Popular y APP, entiéndase Keiko (Fujimori) y (César) Acuña, han elegido presidente del Congreso al Congresista Salhuana, a todas luces vinculado a minería ilegal.
Olvidan estos políticos, que la ética es fundamental para preservar la confianza de nuestros ciudadanos que es el centro del proceso democrático. Al legislar en función de sus intereses, como la búsqueda de la impunidad, lo que hacen es institucionalizar la desconfianza en la ciudadanía.
Toda esta realidad, va asociada a la profunda desigualdad social que se vive en nuestro país, a la gran concentración de las riquezas que se ve reflejada en los 10 millones de pobres excluidos. Por eso, cada día somos menos país en una decadencia sin límites.
Pero los políticos delincuentes que nos gobiernan no quedaran impunes. Todo es cuestión de tiempo, porque, como bien se dice, el ”diablo no puede esconder la cola para siempre”.
Por todo ello, en este 28 de julio, el desear unas felices fiestas patrias, para millones de peruanos que viven en pobreza y extrema pobreza, termina siendo un sentimiento vacío, ya que para ellos, en el que el hambre los carcome día a día, este 28 de julio será un día más.
Pero lo que impone y exige la patria, es no caer en el abismo negro de la desesperanza, sino luchar por un Perú con una democracia inclusiva, con mayor equidad social y pleno respeto a los derechos humanos, solo así sentiremos la patria como nuestra.
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